Convento de San Francisco
Originariamente, en el siglo XII consistía en una iglesia de estilo románico, conocida como de San Juan Bautista. Posteriormente, se convirtió en ermita y con el paso del tiempo iría quedando en ruinas.
En tiempos de Felipe IV, allá por el siglo XVI, se convirtió en hospital del que se sabe que al no contar con ropa, camas ni hospitalero por 1555 se ordenó por mandato real habilitarlo y ya en 1567 contaba con dos camas que años más tarde se convertirían en cuatro. Contando además con un oratorio en el que se decía misa en los días festivos.
En el siglo XVIII, concretamente en el año 1730 pasa convertirse en parte del convento de frailes franciscanos de la villa, época en la que fue profundamente reformado, motivo por el que actualmente presenta pocos vestigios románicos originales: en el costado sur de la nave, cegado entre sus muros de sillería de la portada original, modillones muy rudos y una ventana ajimezada.
En 1745, la provincia de San Pablo celebró su junta anual en el convento y a petición del pueblo se instaló en el convento una casa de gramática, transferida desde Villacastín. El acceso a las enseñanzas eran impartidas por un maestro Laico y exigía a los alumnos tener los estudios primarios o de alfabetización.
Lo más interesante está en torno a los claustros del convento. El primero es cuadrado, con dos arcos de medio punto por lado y arcos rebajados en los ángulos de unión a otras dependencias.
También son románicos la cabecera —aunque de forma parcial—, el inicio de la nave hacia el crucero y varias hileras de canecillos como los mutilados del lado norte y los todavía visibles del lado meridional. También es de filiación románica el hastial del templo, aunque el campanario que es una sencilla espadaña con un ventanuco ya es barroco.